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LA AUTOESTIMA

24/09/2018
Luis Melgar Carrillo

La autoimagen es la representación mental que se tiene de sí mismo. Es frecuente que al comparar a dos personas, quien evalúe pueda darse cuenta que una de ellas tiene una autoimagen más fuerte y positiva que la otra. Una autoimagen alta es una concepción positiva que una persona tiene de sí misma. Una autoimagen pobre, por el contrario, es el resultado de una pobre autoconcepción.
Una autoimagen vigorosa se comienza a formar por medio de los mensajes que emitieron las figuras de autoridad en torno a la aceptación del pequeño. Esta consolidación se inicia en sus primeros años de vida. Por el contrario, una imagen pobre de sí mismo, es consecuencia del resultado perjudicial de la acumulación de críticas recibidas en la primera niñez. Cada persona llega al punto de aceptar tanto los juicios de valor constructivos, como las críticas y juicios negativos que se hagan de su persona. Todos esos conceptos comienzan a ser grabados en una edad en la que el pequeño todavía no tiene la madurez ni la capacidad de razonamiento suficientes para evaluar lo acertado o desacertado de los estímulos que recibe. Por lo mismo, no está en capacidad de analizarlos críticamente.
Los infantes son muy sensibles a los juicios de valor que emiten las figuras de autoridad presentes en sus primeros años. Las grabaciones que quedan registradas en el cerebro de cada pequeño son el resultado final de la asimilación de todos esos conceptos, tanto los positivos o edificantes, como los negativos y frustrantes.
Por ejemplo, un pequeño ridiculizado sistemáticamente y etiquetado de tonto puede llegar a formarse una imagen pobre de sí mismo. Si los adultos que observan el proceso no intervienen para ayudarlo a conformar una mejor autoimagen, posiblemente esa vaya a ser la etiqueta que conserve para sí en el futuro, inclusive para toda la vida. Es muy probable que su conducta en los diferentes medios sea tal, que realmente funcione conforme a la etiqueta de tonto que le pusieron.
Probablemente, en el futuro se comporte como tonto tanto en la escuela, en la familia o en las relaciones con los otros compañeros. De continuar con esta etiqueta, pudiera ser que finalmente llegue a comportarse como un verdadero tonto. Un adulto tendrá la tendencia a proyectarse y comunicarse según las etiquetas adquiridas en su primera infancia.
Por otro lado, la autoimagen también se nutre de las experiencias propias que se han aprendido acerca de sí mismo, como producto de la experimentación. En este punto es conveniente advertir que, debido al poco entrenamiento de los primeros años de vida, los resultados de las experiencias en general no son altamente enriquecedores.
Como se dijo en otro texto, cuando se ve el efecto final que produce el entrenamiento no se puede menos que admirar la maravilla de creación que integra el cuerpo y especialmente el sistema cerebral humano. Al apreciar a un jardinero de beisbol atrapar un posible jonrón por encima de la cerca, su actuación no se asocia fácilmente con aquel pequeño al cual se le caía la comida y la baba en sus primeros años. La actitud que hayan tenido los padres ante los errores del infante, tiene mucho que ver con el entusiasmo con el cual el pequeño haya tomado la decisión de practicar.
Las habilidades se van adquiriendo con la repetición. Al principio, el infante, por su poca experiencia, tiene resultados pobres como producto de su falta de entrenamiento. Esa situación conduce a que inicialmente el pequeño comienza a consolidar una autoimagen pobre. En general, todo niño inicialmente tiene el concepto de estar mal. Una evidencia de esto es que todo pequeño tiende a resaltar el "ya estoy grande", que en el fondo es un esfuerzo por tratar de decir "ya estoy bien".
Las frustraciones, producto de su inexperiencia y falta de habilidad, pueden ser contrarrestadas con mensajes de aliento que le van infundiendo los padres ante los resultados de esa falta de capacidad para hacer las cosas. En ese sentido, el refuerzo positivo es una manera como los padres pueden revertir lo que el pequeño ha observado de sus fracasos y resultados pobres.
Las caricias son un mejor instrumento para reforzar el valor del pequeño frente a esa falta de experiencia. Por ejemplo, decirle: "tú no puedes hacerlo ahora, porque tus manitas son pequeñitas, pero cuando crezcas lo podrás hacer, porque tú eres un campeón".
La autoestima es el conjunto de percepciones, pensamientos y sentimientos que finalmente conducen a una evaluación o valoración que cada persona tiene de sí misma. Esta evaluación es la inferencia o conclusión final a la cual conduce la autoimagen. Se puede tener una autoestima muy alta o por el contrario una autoestima muy baja.
Esta autoestima conduce a la conformación de tendencias de comportamiento dirigidas hacia sí mismo, hacia la manera de ser de cada persona, y hacia la manera de comportarse ante las diferentes situaciones que se presentan en el devenir diario de la vida. La autoestima influencia la definición del carácter y, finalmente, la personalidad de un ser humano.
Una autoestima alta significa sentirse apto para la vida, sentirse capaz y valioso. También es el resultado de ser aceptado como persona. Una autoestima alta generalmente va asociada con una estabilidad emocional que conduce a actuar confiadamente, frente a los retos y circunstancias que se presentan. Una autoestima baja, por el contrario, se presenta cuando la persona no se siente en capacidad para hacerle frente a la vida. También es el resultado de sentirse poco apreciado.
Un término medio de autoestima es oscilar entre los dos estados anteriores. Por un lado sentirse apto, útil, y acertado frente a algunas circunstancias, pero sentirse inepto o equivocado frente a otras. La mayor parte de las personas manifiestan estas incongruencias en su conducta. Actúan con gran sensatez frente a algunos estímulos, y con poca prudencia o irreflexión frente a otros.